Despertar vale la pena porque te libera del dominio mental de otros.

Una de las cosas más importantes en la vida cotidiana, es que al despertar te liberas del dominio mental de terceras personas. Te daré tan solo algunos ejemplos de cómo opera esta importante liberación:

Es bastante común que las personas se sometan ante familiares u otros con temperamento colérico e iracundo. Se someten bajo el supuesto entendido de que así evitarán problemas mayores. Sin embargo, esta actitud lo que en realidad logra es esclavizarlos a la voluntad de un tercero, y a sus caprichos u opiniones. Una de las cosas más importantes que debes comprender es que el ego busca y buscará siempre controlarlo todo; salirse con la suya, como dicen. Y no solo busca controlar las situaciones de la vida cotidiana, sino también a él mismo y a las demás personas por igual. Pero te diré algo importante: una vez que despiertas estarás listo para seguir siempre la guía de tu propio ser interior, sin importar la opinión de terceros. Y algo más: una vez despierto estarás plena y perfectamente preparado para afrontar dos o tres berrinches y pataletas de aquellos que buscan dominarte con esta actitud, solo que ahora en vez de ceder ante sus caprichos y voluntades, permanecerás sereno y tranquilo y sin someterte a su actitud negativa. Al principio la persona desconcertada buscará dominarte a toda costa, arremetiendo una y otra vez. Pero finalmente, cuando advierta que sus actitudes coléricas y mezquinas ya no surten efecto y no pueden controlar tus actos, cesará en su actitud dominadora, comprendiendo que ha perdido todo poder sobre ti. Y luego, si la relación con dicha persona continúa, se dará entonces en un ambiente de respeto y libertad mutuo, pues te negarás a caer en el juego que ella acostumbraba jugar contigo en el pasado.

Te daré otro ejemplo: también es bastante común encontrar por ahí personas que acostumbran maltratar a aquellos con los cuales conviven, casi como si fuera un deporte. Aquí, nuevamente tu actitud y mensaje hacia aquél, una vez que haz despertado, es claro y directo: “solo sostendré relaciones contigo, ya sean de amistad, de trabajo, sentimentales u otras, si actúas de manera respetuosa y en un ambiente de armonía”.  Sería como decirle a dicha persona: “solo jugaré el juego que jugamos, si lo hacemos por las buenas. Ante cualquier actitud descortés, irónica, pedante o áspera en cualquier sentido de tu parte, simplemente dejaré de participar en el juego y pondré fin a nuestra relación”. Aquí nuevamente y debido ha que haz despertado, te encontrarás plena y perfectamente preparado para romper dichas relaciones enfermizas y mantenerte solo mientras aparecen otras nuevas y sanas, bajo el manto de la armonía, el respeto, el amor y la consideración verdadera de unos hacia los otros.

Te daré un último ejemplo: es bastante usual que el ego, cuando detecta que alguien lo necesita por alguna razón, ya sea afectiva, económicamente o por cualquier otra causa,   adquiera una actitud pedante, altiva, prepotente y descuidada con aquel que lo necesita. Se acostumbra a rechazar o a ser descuidado con la persona necesitada o en desventaja momentánea. Aquí, nuevamente, la persona despierta jamás se someterá a dicho maltrato, ni será por ningún motivo adulador con dicha persona o servil o complaciente, como si fuera un tapete listo para ser pisado cuando se quiera. Se rehusará a vivir esclavizado en esta situación, poniendo fin a la relación.

Y un comentario final: te aseguro que esta actitud mostrada por una persona despierta no es fruto de la rebelión o de la arrogancia, sino que más bien emana de su propio estado de ser, que jamás se somete ante los caprichos y deformaciones del ego falso e inventado. El propio ser de cada uno de nosotros habita y habitará siempre y de manera natural en un ambiente de libertad genuina, de amor, compasión y de respeto verdadero hacia sus semejantes y la existencia en su conjunto. Como ves, al despertar no solo te liberas de tu propio ego sino también, del ego de tus semejantes, para vivir ahora en la plena y total libertad del ser que en verdad eres.

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